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sábado, 11 de febrero de 2017

Así hizo Aretha Franklin que el mundo fuera menos machista hace 30 años

Malas noticias para el mundo de la música. Aretha Franklin (Memphis, 1942), la gran diva del soul, acaba de anunciar en una entrevista a una radio de Detroit que se retira para siempre del mundo de la música. Eso sí, todavía nos quedan unos meses para disfrutar de ella. Antes de irse, la autora de Respect publicará a finales de septiembre un disco con canciones inéditas en el que también colaborará otra leyenda de la música como Stevie Wonder. Será su último álbum. Después, solo quedará el silencio.
Un futuro extraño para alguien como ella que se crió entre cánticos. Hija de un predicador apodado ‘la voz del millón de dólares’ y de una cantante de góspel, su casa en el East Side de Detroit era un punto neurálgico de la cultura negra. Mitos de la música espiritual como James Cleveland, Clara Ward o Mahalia Jackson frecuentaban su salón. Aquel entorno de su padre, amigo y confidente de Martin Luther King, fue el que avivó su talento innato y despertó su interés por el activismo y los derechos civiles.
Aunque no fue detrás de una pancarta, sino encima de un escenario, desde donde conseguiría avances que entonces parecían imposibles en un país acostumbrado a vivir en blanco y negro. Y eso que Aretha ha roto barreras que van más alla de estrictamente racial. Las artistas en concreto, y las mujeres en general, le deben mucho gracias a una pequeña gran conquista de la que hoy precisamente se cumplen 30 años.
Un hito al que aferrarse cuando alguien diga eso de "Aretha se comporta como una diva insoportable" cuando hace una de sus peticiones imposibles para marcar distancias. Ella, al menos, tiene motivos para actuar como tal. "Ser una diva no tiene nada que ver con tu música, sino con los servicios que has hecho a tu sociedad y a tu comunidad, con todo lo que has contribuido para hacerla mejor", suele responder cuando le preguntan por ello.

el huracán franklin

La pequeña Ree, como la llamaban en familia, aprendió a tocar el piano de forma autodidacta. Junto a sus dos hermanas, pasó su infancia cantando en la iglesia bautista fundada por su progenitor, Clarence LeVaughn Franklin. Por las noches escuchaba discos de jazz y soñaba con ser Ella Fitzgerald. Su ambición vocal la llevó a grabar, con tan sólo 14 años, su primer disco: The gospel soul of Aretha Franklin. Su voz ya entonces tenía un marcado acento soul.
Su pasión por los escenarios, donde reina desde hace más de seis décadas, podría haberse visto truncada por su precocidad sexual. Coincidiendo con la publicación de su primer álbum, Aretha dio a luz a su primer hijo. Dos años más tarde, a los 17, alumbraría al segundo. Pero aquello no fue un impedimento. No quiso casarse con los padres de sus hijos y prefirió que se criaran con su familia. Incluso teniendo que aguantar que muchos insinuaran que uno de ellos era fruto de una relación incestuosa con su propio padre.
Con 18 años recién cumplidos, Aretha se mudó a Nueva York para tomar clases de danza y canto. En 1961, una de las maquetas que enviaba regularmente a discográficas terminó sobre la mesa de la todopoderosa Motown, que se interesó por ella. Aretha acabaría rechazando su oferta tras ser reclutada para Columbia por el célebre cazatalentos John Hammond. Es difícil juzgar si fue el primer error de su carrera o simplemente el camino hacia su gran acierto.
Columbia orientó su carrera hacia el jazz, pero no dio con la dirección musical adecuada para desarrollar todo su potencial. Aretha Franklin no estaba destinada a clonar referentes del género como Dinah Washington –de la que grabó un disco de versiones–, sino a marcar un estilo propio. Diez álbumes después, el público seguía sin conocer su verdadera esencia, pero la cantante se había ganado el respeto de la profesión y había demostrado sus inmensos recursos interpretativos. Aquella década fue un máster pagado para desentrañar las apetencias del público y los enrevesados caminos de una industria que seguía tratando a las mujeres como artistas de segunda.
La revolución llegó tras firmar con Atlantic Records, cuando Jerry Wexler, uno de los cerebros de la música soul de la época, se hizo cargo de su carrera. El productor recuperó sus raíces de rythm & blues urbano. Su portentosa voz en I Never Loved a Man the Way I Love You , el single debut en el sello que dio título a su primer álbum profesional, sentó las bases de su nuevo sonido. Desde marzo de 1967 hasta enero de 1968, Aretha apareció en la portada de tres trabajos, colocando éxito tras éxito en las listas de ventas.

el himno antimachista

Su segundo sencillo, una demoledora versión del Respect de Otis Redding, le dio el lugar que llevaba reclamando 15 años. Fue su consagración comercial, convirtiéndola en una de las artistas negras más vendedoras. Pero aquello fue lo de menos. “Todo lo que quiero es un poco de respeto”, cantaba con desgarro Aretha. El tema original era una llamada machista que demandaba respeto al hombre por llevar el dinero a casa, pero en boca de Aretha mutó en insignia incendiaria. Y encajaba con varios discursos: era un canto feminista en plena revolución sexual, un discurso en favor del movimiento por derechos civiles de los afroamericanos o una rebelión verbal hacia un opresor indefinido. Aretha se convirtió en una pionera y la canción con la que ganó sus dos primeros Grammy –a estas alturas ya tiene 20–, en un himno generacional.
Ella misma había experimentado el placer de llevar las riendas de su carrera al cambiar de discográfica. Había decidido explotar todas sus habilidades, también como pianista y compositora. Apostaba por transmitir mensajes de liberación personal y orgullo comunitario. Además, la vestimenta comedida y el maquillaje discreto daban paso a las pelucas al estilo de las Supremes, el brillo de las lentejuelas y los escotes.
Así, liberada de imposiciones estrictas de producción, la artista lanzó Lady Soul (1968), el álbum que le daría su apodo y el trono definitivo del género. Acompañada por The Sweet Inspirations –un cuarteto integrado nada menos que por la futura diva Dionne Warwick, su hermana Dee Dee Warwick, la prima de ambas Cissy Houston (madre de Whitney Houston, de la que Aretha sería madrina) y Doris Troy– facturó un puñado de canciones rompedoras que iban de la vehemencia de Money Won't Change You, compuesto por James Brown, a la pasión del Come Back Baby de Ray Charles o la espiritualidad del People Get Ready firmado por Curtis Mayfield.
Todo sin olvidar uno de sus grandes clásicos: (You Make Me Feel like) A Natural Woman. Todo el mundo quería tocar con Aretha. Y ella se atrevía con todo, incluso a colaborar con un guitarrista como Eric Clapton, que aún no se había aburguesado y militaba en las filas de Cream, una de las bandas más revolucionarias del momento. Aretha ganaba con cada apuesta. Desde entonces, no habría cantante femenina que no la versionara. Y ella, encantada. "Nunca he grabado una sola canción que no me gustara", suele reconocer con orgullo cuando recuerda su extensa carrera.

el final del principio

En junio de aquel 1968 logró uno de sus primeros grandes hitos extramusicales: fue la primera mujer negra en aparecer en la portada de la revista Time. Se había desatado una fiera dentro y fuera de los escenarios. Lady Soul había vendido más de un millón de copias en Estados Unidos y alcanzado los números uno en tres categorías diferentes: negra, pop, y jazz. Aretha era ya leyenda viva.
Tras su disco estrella editaría Aretha Arrives que, aunque fue vapuleado por parte de la crítica, repitió número uno y el millón de ventas. Aretha abría aquel disco con una versión que pasó sin pena ni gloria llamada (I Can'T Get No) Satisfaction. ¿Quién le iba a decir que tiempo después una banda blanca de rock liderada por un tal Mick Jagger haría de ese tema su estandarte?
Pero tras romper todos los moldes, lo cierto es que en los años posteriores a esos discos su carrera se dispersó. Su estrategia de versionar temas que ya habían sido éxitos del pop  como Let it be y Eleanor Rigby de The Beatles, o Bridge Over Troubled Water de Simon & Garfunkel, no parecía la adecuada. Su regreso al góspel en discos como Amazing Grace (1972) tampoco lo fue. Y aunque mantenía las ventas y era un claro referente internacional, eso no parecía bastar para luchar contra el relumbrón de sus inicios en Atlantic.
Mediados los años setenta, la música disco llegó para desdibujar las líneas que la engrandecieron. Fue una época en la que su esplendor vocal continuaba, pero la producción y composición no tenían nada que ver con lo que había hecho anteriormente. Dolida por la mala promoción y como habían descuidado su carrera, en 1979, Aretha decidió abandonar su compañía para firmar con Arista.

En su nueva casa discográfica se volcaron con ella, que era su primera artista mediática. El productor Clive Davis –actual jefe creativo de Sony Music Entertainment– fue el encargado de revitalizar su carrera e ir modelando su nueva sonoridad. En 1982, con la canción que daba título al disco Jump to it, el tercero que grababa para ellos, le valió  su primer número uno en más de media década. En 1985, Aretha se defendió con un álbum pop llamado Who's Zoomin' Who?, y en 1986 editó otro álbum titulado simplemente Aretha, esta vez con un toque mucho más rockero que también trasladó a su estética. Fue en ese trabajó cuando cantó a dúo con el recientemente fallecido George Michael el tema I Knew You Were Waiting (For Me).

Aquellos que pensaron entonces que la carrera de Aretha había inciado su decliveno podían estar más equivocados. El 3 enero de 1987 Aretha conseguí otra de esas conquistas para la historia: fue la primera mujer incluida dentro del Rock and Roll Hall of Fame.
Aquella Fundación que había sido creada cuatro años antes por un puñado de tótems de la industria musical para salvaguardar la memoria de los artistas más influyentes de la historia del rock –hombres, por supuesto– reconocía así su trayectoria profesional. Y con ello el papel determinante de las mujeres en la historia de la música americana con Aretha como punta de lanza.

las mujeres existen

Con esa elección de Aretha se rompía el tabú de reconocer a una fémina en un club esencialmente masculino, algo que abrió paso a que años después artistas como Madonna, Debbie Harris, Janis Joplin o Dusty Springfield recibieran el mismo reconocimiento. En teoría, lo único que piden a los artistas para ser nominados para formar parte de este club es que hayan transcurrido 25 años o más desde que el artista en cuestión publicara su primer disco. Eso no distingue entre hombres y mujeres, pero los primeros dominan por goleada cada año las candidaturas. Por eso siempre se ha hablado de cierto machismo en su forma de seleccionar a los artistas.
De hecho ese debate no ha perdido viveza. Sólo hay que ver su historial para comprobar que las mujeres ingresan con cuentagotas en ese selecto club. En 2015, Joan Jett, guitarrista de las Runaways, líder de Blackhearts y una de las últimas en entrar en el salón, pidió desde la revista Billboard más protagonismo para su género: “Debería haber más mujeres en el Salón, pero también ​​en el rock. Ellas están ahí y simplemente mucha gente no se entera de lo que hacen. Ve a cualquier ciudad y habrá una banda de rock de chicas. Es sólo una cuestión social querer escuchar ese tipo de música. Pero los gustos de la gente cambian, así que hay que acabar haciendo lo que amas y esperar que a otras personas les guste también. Pero no olviden que somos chicas, tenemos que defender eso todo el tiempo”, sentenció.

una mujer para la historia

Pero para Aretha su ingreso significó cerrar un círculo, pues poco tenía entonces ya que demostrar. Después de su ingreso en el Rock and Roll Hall of Fame, la artista comenzó a dar señales de vivir de las rentas, explotando la fórmula de los duetos con otras grandes estrellas. En 1989 editó Through the storm, donde cantaba con Elton John, Whitney Houston, James Brown, the Four Tops o Kenny G.

Llegados a los noventa su ritmo de publicación se relajó. De hecho, tan solo es remarcable, por lo novedoso, A Rose is Still a Rose (1998), producido por P. Diddy y Lauryn Hill. Aquella fue su primera incursión en el R&B contemporáneo y el neo soul con tendencias hip-hop. La diva no tenía miedo a adaptarse a los nuevos tiempos. "Si la música cambia, mi deber es cambiar con ella", reconocío en una entrevista.

Aquel año, la revista inglesa Mojo hizo una encuesta para elegir a los 100 mejores cantantes de todos los tiempos y Aretha se hizo con el número uno desbancando a Frank Sinatra. Diez años más tarde, en 2008, la revista Rolling Stone repitió aquella encuesta que volvió a ganar la diva del soul, seguida esta vez de Ray Charles y Elvis Presley.

Al año siguiente, en 2009, vivió uno de los momentos más emocionantes de sus carrera. Lo hizo poniendo voz a un acontecimiento histórico para aquella batalla social que inició con Respect: la toma de posesión de Obama en 2009, en la que cantó My Country ‘Tis of Thee. “Esto es historia, he cantado para el primer presidente negro”, dijo entonces.

En su actuación, la intérprete, que tiene un doctorado honorífico por la Universidad de Yale y otro por el Berklee College of Music, se mostró pletórica. Por eso la industria musical se extrañó cuando a los pocos meses canceló, inesperadamente, dos recitales. Semanas después, su representante anunció que cancelaba todos sus conciertos hasta mayo de 2011. Finalmente un “familiar no identificado” acabaría filtrando al tabloide The National Enquirer que la diva luchaba contra un cáncer de páncreas. Tras pasar por quirófano, apenas tres meses después de la operación, fue la propia cantante quien se encargó de asegurar que estaba “totalmente recuperada”.
En abril de 2016, con motivo del Día Internacional del Jazz, Aretha volvió a la Casa Blanca para cantar de nuevo frente a Obama y homenajear al ya desaparecido Prince cantando su Purple rain. Cuatro meses después, se veía obligada a cancelar varios shows por prescripción médica sin ofrecer más detalles.

Una noticia que muchos recibieron con miedo teniendo en cuenta los antecedentes. Pese a ello, en la web oficial de la artista hay actuaciones previstas para este año 2017. Concretamente cuatro conciertos: 31 de marzo en Chicago; 13 de abril en Michigan; y 13 de mayo y 24 de junio, en Nueva York. Pero debería ser hoy, cuando anuncia su retirada la mujer que hacer 30 años hizo de Estados Unidos un país menos machista, cuando todas sus sucesoras deberían rendirle homenaje. Al fin y al cabo, si hoy están aquí, es en gran parte gracias a Aretha.