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lunes, 27 de octubre de 2014

Ricky Martin: Livin’ la fiesta loca




Una noche inolvidable vivieron los fans de Ricky Martin en la Ciudad del rock. En el marco del Coca-Cola in concert, el puertorriqueño subió aún más la temperatura en la noche del caluroso domingo primaveral. En un recital benéfico y gratuito, el artista sacó a relucir su talento ante más de 80 mil personas que colmaron el predio. Las entradas, sin cargo, se habían agotado en pocas horas el 1º de octubre.
A las 19.38, apenas se apagó el último rayito de sol del fin de semana, salió la banda del boricua al imponente escenario por el que antes habían pasado Banda de turistas, Fabian Manuk, Elena Roger y Lali Espósito, entre otros artistas locales. Cinco minutos más tarde apareció él. Luces, gritos y delirio.
Enfundado en un saco al cuerpo color gris, un pantalón de vestir del mismo tono, zapatillas deportivas blancas, un chaleco y una musculosa, apareció Ricky de repente, como despedido desde las entrañas del escenario (salió desde abajo a través de una trampa), y desató la euforia de sus fanáticas.
Come with me fue el hit que abrió la noche. El primero de una lista interminable que generó un clima de fiesta y baile que hizo temblar a la Ciudad del rock. Luego siguió con Shake Your Bon-Bon, otro clásico de su carrera. Y para no cortar el clima caluroso y festivo que por esas horas se vivía en aquel punto de Buenos Aires, cerró la primera tanda de temas con Adrenalina.
“¿Argentina, cómo estás? ¡Muchas gracias por venir! Estoy muy feliz de estar aquí, una vez más”, fueron las primeras palabras del boricua. Ya habían pasado unos diez minutos de show, y la gente no paraba de gritar. “Ahora les voy a cantar la canción favorita de mi repertorio”, anunció. Y, entonces, llegó el momento de un lento con Vuelve.
Duró poco la calma. Casi nada. Porque un dibujo de un juego de engranajes apareció en cada una de las cuatro pantallas pantallas gigantes, y la fiesta regresó con Dime que me quieres, otro de sus antiguos hits. ¿Un detalle? Hasta ese momento, Ricky llevaba cuatro cambios de ropa en sólo media hora. De todo tipo. En ese instante, lucía una remera, muy larga y sin mangas, con la inscripción I´m king (soy rey).
Junto con ese tema llegaron los primeros fuegos artificiales. El público bailaba, y disfrutaba del talento que el puertorriqueño ofrecía. Tanto fue así que una mujer con su pie derecho enyesado se animó a levantar sus muletas y bailar en una sola pierna. Una postal de una noche en la que reinó el clima de celebración.
“¿Seguimos?”, consultó el cantante. La respuesta fue tan clara como positiva. Y dio paso a Tal vez, la primera canción de un corto pero necesiario tramo de tranquilidad. Siguió Tu recuerdo. Y completaron la parte melosa del recital otros dos hits: Te extraño, te olvido, te amo y Volverás. 
Eran las 20.51 cuando Ricky desapareció unos segundos del escenario. “¿Ya terminó?”, se preguntaron algunas fanáticas. Las luces se comenzaron a apagar. Y cuando la resignación empezó a aparecer, el baterista comenzó a hacer sonar un ritmo bien murguero.
Entonces, fiesta otra vez. La gente, una vez más, comenzó a bailar, en esta ocasión particular como si estuviese en el medio de un corso de barrio. El boricua apareció otra vez en escena, y con una coreografía ejecutada a la perfección acompañó los primeros acordes de Vida.
Los movimientos hot del cantante y sus bailarines que hicieron delirar a los fans llegaron junto con Por arriba, por abajo. Y el cantante hizo participar al público del recital. “Vamos a jugar una competencia”, propuso. “Pero una competencia bien sana”, aclaró. Entonces separó a sus fans en dos (los del lado derecho y los del izquierdo), y los hizo imitar una de sus coreografías. Baile, baile y más baile.
La lista de temas continuó con María. Natalie Pérez, una de las figuras de Guapas, bailaba junto a su colega Guillermo Pfening. El resto del público hacía lo mismo. Nadie estaba quieto. Todos se movían. No había otra posibilidad.
Muchos optaron por alzar sus celulares y comenzar a registrar el momento en las memorias de los aparatos telefónicos. Otros, en una acción por lo menos extraña, se acercaron a las pantallas de LED que abundaban en el VIP y tomaron fotografías al televisor. Allí, a unos pasos del escenario, pese a estar dentro de una carpa, también había gente bailando. Nadie se salvó del festejo.
Para el final del show, el puertorriqueño dejó el clásico La copa de la vida. “Chau”, saludó, bien escueto, aunque mostrando la alegría de haber estado en Buenos Aires. Y, otra vez, abandonó el escenario. “¿Volverá o no?”, se preguntó una vez más el público. Y sí. Regresó.
Quedaba sólo con un tema más. Se despidió con A medio vivir, y cerró así una noche que sus fanáticas recordarán para siempre. Y que sirvió para recolectar 105 mil de botellas para su posterior reciclado, y 9 mil paquetes de pañales descartables. Los mismos, a través de la Fundación Ricky Martin y el apoyo del Gobierno de la Ciudad, serán repartidos a los distintos Centros de Primera Infancia de la Ciudad de Buenos Aires.