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martes, 7 de junio de 2016

Andrés Calamaro: "La obligación ética del músico de rock es ofender"

Alejado de aquellas etapas de exceso e hiperacción que le hicieron, literalmente, inconsumensurable, Andrés Calamaro es, a los 54 años, un creador sereno y reflexivo volcado en la lectura, la melomanía y la alimentación saludable. Este martes, el músico argentino visita la sala Barts para presentar, con todas las entradas vendidas, las austeras canciones de su último disco, 'Romaphonic Sessions', grabada solo con su voz y el piano de Germán Wiedemer. Un trabajo desnudo, casi un ensayo, en el que Calamaro combina material propio con versiones de Gardel, Piazolla o Nebbia.
Calamaro contesta las preguntas de esta entrevista vía correo electrónico. El músico declina otra forma de comunicación con el periodista. Del cuestionario que le fue enviado, solo llegan en blanco las respuestas de tres preguntas: una sobre el proceso soberanista catalán, otra sobre los Papeles de Panamá y una tercera sobre su fervorosa pasión por la tauromaquia.
¿Por qué solo quiere hacer entrevistas por correo electrónico? ¿Se siente más cómodo? Francamente sí, más cómodo y en mi elemento. Una entrevista que va a ser impresa y leída merece que me siente a responder por escrito. Mi puño y letra.
'Romaphonic Sessions' es el tercer volumen de la 'Colección Grabaciones Encontradas', que llega 20 años después del segundo volumen. ¿Por qué tanto tiempo entre un volumen y otro? No sé cómo contestar, pero puedo intentarlo: una pausa exagerada, probablemente a causa de una confusa paleta de motivos vitales y transversales. He seguido grabando en varios registros musicales: experimentales, domésticos, grabaciones interminables... Y las giras. Ahora mismo me doy cuenta de que debería haber insistido con esta 'Colección' porque revela mi verdadera identidad musical múltiple. La mayor parte del iceberg estaba bajo las metafóricas aguas del silencio.
Andrés Calamaro

"El desprecio por el actor cultural es notable. Hoy pinta mas un cocinero o un funcionario que un guitarrista o un torero"

El disco nace del trabajo en común con Germán Wiedemer para preparar el repertorio de su actuación previa al concierto de Bob Dylan en San Sebastián. ¿Cómo fue su proceso creativo? No hubo casi proceso creativo. Ni siquiera es un ensayo grabado: es una instancia previa y anterior a los ensayos que celebramos en Madrid para ofrecer, en efecto, un concierto en San Sebastián. Grabamos canciones de mayor enjundia armónica para llegar mas cuajados a aquellos ensayos, y buscamos registros posibles para cantar mis canciones sin vestimenta eléctrica. El proceso, en realidad, fue encontrarnos dos tardes en una oficina cercana a unos estudios de grabación. Y grabamos sin ingenieros, con un solo micrófono. Ni siquiera el piano que sale en la portada del disco es el que utilizamos en la grabación.
Leo en un texto promocional del disco: "La grabación presentaba el óxido justo, templado, con grano, como aquellas fotografías de antaño". ¿Le gusta el símil?  Ahora quizá me habría recreado en los métodos normales para alcanzar interpretaciones mas perfeccionadas, que es lo que se hace siempre en un estudio. Pero en aquel momento creí que ciertos valores musicales, y el factor anecdótico, daban un impulso ael disco, que parece menos un disco ortodoxo que una edición limitada para vender un sábado en el Record Store Day.

"El infierno puede ser un lugar encantador. Los tiempos de las drogas fueron sobredosis de libertad y nunca puse en peligro mi vida"

He puesto en Google las palabras 'Calamaro Romaphonic' y lo primero que me sale es 'Calamaro Romaphonic descargar disco'. ¿Qué le parece? Es lo que hay. No me gusta cómo estamos ni tampoco hacia dónde vamos. La esclavitud digital, el maltrato cultural, la corrección política frívola. En este contexto de apocalipsis inmediato, el 'irrespeto' por los derechos y la libertad son las armonías de un coro desafinado. La indiferencia y el desprecio por el actor cultural es notable. Hoy pinta mas un cocinero o un funcionario que un guitarrista o un torero. ¡Paren el mundo, que me quiero bajar!
Señor Calamaro, ¿qué opina de internet y, en concreto, del mundo propio de las redes sociales? No me interesa demasiado la opinión de los demás. Nunca he sido esclavo del teléfono y no voy a serlo ahora. Espero que las próximas generaciones renuncien a una existencia sometida a una pantalla portátil, que recuperen la buena costumbre de sentarse en un restaurante sin mirar el teléfono, de viajar en el transporte público leyendo un libro o el periódico.
Hace algunas semanas, usted escribió un artículo de prensa muy crítico con lo que llamaba "la superioridad moral de la izquierda de los papanatas". ¿Cuál es su posición política actual? Soy independiente. No me reconozco en populismos reaccionarios ni en el Reich animalista ni en la ecología masoquista. En ningún movimiento impulsado por frases cortas leídas en internet ni pensado para el beneficio del caldo de puchero de los funcionarios que se autoproclaman líderes.
¿Cree que el músico de rock tiene algún tipo de responsabilidad social o política en sus canciones? Sin exagerar. Un músico es un músico, la música es importante sin necesidad de adherir a un discurso ni caer en demagogias. Creo que la obligación ética del músico de rock es ofender, irritar un poco. Ser una molestia social útil.
Tiene 54 años. ¿Cuánto queda del Calamaro hiperactivo y excesivo de finales del siglo XX? Mi ultimo periodo excesivo fue hace relativamente poco. Hace tres años ofrecí 2.233 objetos y grabaciones en la plataforma musical. El año anterior a 'Bohemio' (2013) fue rabiosamente productivo. Ahora estoy transitando un periodo austero y cultural, descubrí la mañana y es un formidable horario para escuchar música de jazz, leer novelas francesas, preparar la comida y comprar alimentos buenos en el mercado. La gloria bendita.
¿Echa de menos los tiempos de gloria, el superéxito, Los Rodríguez, las giras bestiales? La gloria se me ha presentado más veces después de aquellos años dulces con Los Rodríguez,  que no fueron precisamente años de superéxito. Éramos un grupo que no dejaba de ensayar y tampoco llegamos a saborear un éxito descomunal. Las primeras giras en Hispanoamérica las hicimos en el 2008. En nuestros inicios, no hacíamos giras bestiales, hacíamos bolos normales, tocábamos en las ciudades y en los pueblos, fuimos currantes hedonistas con algún éxito en la radio. Lo que queríamos era sonar bien, gustar y gustarnos. Si los años posteriores a Los Rodríguez hubieran sido tiempos de menos éxitos y glorias también lo hubiera sabido encajar con honor, pero fue interesante batallar para no permanecer atento a la nostalgia.

"La mañana es un formidable horario para escuchar música, leer, preparar la comida y comprar alimentos buenos. La gloria bendita"

Ha hablado de sus años en contacto con las drogas como "los infiernos de la experiencia tóxica". ¿Qué tuvo para usted de bueno y de malo el consumo de drogas? El infierno puede ser un lugar encantador. Fueron sobredosis de libertad y nunca puse en peligro mi vida. No que yo recuerde. Fueron capsulas de tiempo que me permitían un dominio musical inusual, un deseo permanente de grabar cien canciones por semana. Por momentos me sentí transitando una existencia francamente marginal, una bohemia cavernaria intensa, una verdadera exploración submarina en la corteza del tiempo.
¿En qué momento vital se encuentra? Financieramente soy la Cenicienta a punto de convertirme en la calabaza del caldo de puchero. Horizontalmente todavía soy recomendable. Físicamente estoy fuerte. Me quedan balas en la cartuchera.
¿Cuáles son los vicios actuales de Andrés Calamaro? Soy un alma sedentaria en una piel nómada. No puedo encariñarme con los vicios por si la vida me llama. Ahora mismo mis vicios son: comprar discos por correo y buenos alimentos, despertar con infusiones criollas, leer novelas y no atender el teléfono.